“Es hora de garantizar el pluralismo de representación sindical agraria”

lEl pluralismo sindical agrícola está oficialmente reconocido en nuestro país desde 1981. Pero este reconocimiento oficial no es suficiente para mantenerlo vivo. Todavía tenemos que proporcionar medios justos y equitativos a los distintos sindicatos.

Hoy en día, en Francia, el 95% de las cámaras agrícolas están gestionadas por sindicatos agrícolas mayoritarios. (FNSEA, Jóvenes Agricultores (JA)). Sin embargo, sólo obtuvieron el 55% de los votos. en las ultimas elecciones, en 2019, donde la tasa de participación fue solo del 46%. Esta sobrerrepresentación es el resultado del modo de control proporcional de primera mayoría, que otorga automáticamente el 50% de los escaños a la lista que termina en primer lugar y distribuye el resto proporcionalmente al número de votos. La falta de pluralismo en la gobernanza de las cámaras de agricultura es objeto de críticas recurrentes, en particular por parte del Tribunal de Cuentas, que ha señalado en varios informes la necesidad de consolidar el pluralismo sindical.

La sobrerrepresentación del sindicalismo mayoritario tiene consecuencias en cascada en numerosas estructuras del mundo agrícola. Así, los sindicatos con mayoría en las elecciones profesionales también obtienen la mayoría de escaños en las asociaciones interprofesionales, en los institutos técnicos agrícolas o incluso en la junta directiva de Vivea, el fondo de seguro de formación para agricultores.

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En total, el 25% de la profesión impone su visión dentro de todas las instituciones agrícolas: apoyo, formación, estructuración de sectores, investigación y experimentación, etc. ser repensar la cuestión democrática dentro de estas instituciones y no debilitar aún más las voces de las minorías.

Una regresión democrática

Fortalecer el pluralismo requeriría una integración más proporcional en el modo de control y garantizar a los sindicatos una financiación pública consistente en relación con sus resultados electorales. Actualmente, la distribución de fondos, que se realiza al 75% de los votos y al 25% de los escaños, ya favorece a la mayoría.

Si bien una financiación equitativa implicaría avanzar hacia una distribución estrictamente proporcional al número de votos obtenidos, algunos querrían, por el contrario, acentuar el desequilibrio recurriendo a una financiación distribuida al 50% de los votos y al 50% de los escaños. En otras palabras, los sindicatos minoritarios, que ya están infrarrepresentados en las cámaras debido al método de control, verán disminuir significativamente su financiación y, por tanto, su capacidad de acción. Esto iría en contra del progreso hacia una mayor democracia.

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