Una vez más, la Comisión de Bruselas revisó a la baja sus previsiones de crecimiento el jueves 15 de febrero, aunque consideró mayores los riesgos que pesan sobre su escenario. En 2024, se espera que el producto interior bruto (PIB) aumente un 1,3% en la Unión Europea (UE) y un 0,8% en la zona del euro, tras aumentar en ambos casos un 0,0% y un 5% en 2023, aunque escapó por poco. Tras una recesión en la segunda mitad de 2023, el Viejo Continente está luchando por volver a ser una economía próspera.
El año pasado, la actividad se contrajo en once países, especialmente en Europa Central, los Estados bálticos y Escandinavia. En Alemania, locomotora económica de la Unión, cayó un 0,3%, arrastrando tras de sí a sus socios comunitarios, y se espera que crezca sólo un 0,3% en 2024. En Francia, gracias a las medidas de apoyo público y a un mercado laboral resiliente , el crecimiento alcanzó el 0,9% en 2023 y se espera que se mantenga en este modesto nivel este año.
Para explicar esta situación, la Comisión cita la caída del poder adquisitivo de los consumidores, la débil demanda exterior, especialmente estadounidense y china, el aumento del coste del crédito tras la subida de los tipos, así como la disminución, aquí y allá, del apoyo presupuestario. En 2025, el crecimiento debería recuperar gradualmente algo de color, alcanzando el 1,7% en la UE y el 1,5% en la zona del euro.
Retiro de la inflación
La caída de la inflación, más rápida de lo esperado, bajo el efecto del pesimismo reinante y la caída de los precios de la energía, debería contribuir a esta ligera mejora. Tras alcanzar el 5,4% en 2023 en la Unión Monetaria, el aumento de los precios debería situarse en el 2,7% en 2024 y en el 2,2% en 2025. En el proceso, el poder adquisitivo de los ciudadanos progresaría, sobre todo porque el desempleo no se ha disparado y la escasez de mano de obra ha aumentado. no desaparecido.
La caída de la inflación también debería traducirse en tipos de interés más bajos. En este contexto, predice la Comisión, a pesar de la caída de sus márgenes, las empresas deberían invertir más, gracias a un acceso más fácil al crédito. Sin embargo, señala que hoy en día, aunque las condiciones de financiación en los mercados ya se han vuelto más flexibles, “Los tipos de interés que cobran los bancos no han cambiado mucho y el volumen de préstamos casi se ha detenido”.
Estas previsiones siguen sujetas a cautela, señalan los expertos de Bruselas, mientras aumentan las tensiones geopolíticas. La guerra en Ucrania, que comenzó hace casi dos años, parece que durará. También el conflicto palestino-israelí, que también podría extenderse a Oriente Medio. Por último, la situación en el Mar Rojo, que en este momento sólo afecta marginalmente a la situación económica europea, podría oscurecer un poco más el panorama.
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