17%: en 2019, esta es la proporción de mujeres empleadas que tienen un estatus directivo, frente al 4% en 1982. Esta proporción de directivos alcanza el 21,6% entre los hombres, según el INSEE. Si bien las empresas y las autoridades públicas siguen destacando sus iniciativas –especialmente alrededor del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer–, ¿podemos decir que la igualdad de género va por el buen camino?
No es esta la opinión de la socióloga Haude Rivoal, en su contribución al proyecto de mediación científica “¿Qué sabemos sobre el trabajo? » de Laboratorio interdisciplinario de evaluación de políticas públicas retransmitido en colaboración con Presses de Sciences Po en el canal Empleo del sitio web Lemonde.fr.
Este sociólogo afirma que la empresa sigue siendo esencialmente masculina, lo que significa no “que esté dirigido por hombres”pero “Las prácticas comerciales enfatizan a los hombres”.
Para establecer esta observación, el autor se basa en el trabajo de varios investigadores, destacando las razones estructurales de esta lentitud. La adhesión de más empleados a puestos de responsabilidad es un árbol en el bosque, porque no cambia la forma de operar de las organizaciones, las desigualdades salariales y la violencia de género. Las cualidades que se esperan de un líder han cambiado poco, es decir, la misma confianza en uno mismo y la misma inversión infalible, lo que implica prescindir del trabajo doméstico y, por tanto, excluye a una mayoría de mujeres.
un marcador social
Cuando no se les interpreta como un comportamiento demasiado masculino, sucede que las altas directivas son, por el contrario, valoradas por su gestión. » diferente « : “Más suave, más conciliador, más horizontal”… O, paradójicamente, lo contrario de lo que te permite subir escaleras. Al centrarse en estos rasgos de carácter tan esquemáticos, o simplemente al alentarlas a negociar mejor su salario, algunos empleadores relegan el progreso de las mujeres a un problema individual.
Haude Rivoal explica que se trata de un problema cultural y que la «virilidad» En los negocios ha sabido adaptarse a los cambios de la sociedad para mantener sus privilegios. Al afirmar a veces excesivamente una inclusividad y un feminismo que no se verifican en las cifras de la empresa, algunos líderes empresariales esperan incluso proteger su posición, observó el investigador durante las entrevistas. El sexismo o la lucha contra él es más un marcador social que un compromiso real. En la forma de gestionar se sigue valorando el miedo a la impotencia, al igual que la competencia entre hombres.
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